Está de moda mirar atrás. Vemos pequeñas personas, sonrisas sinceras, inocentes. Seres entrañables, listos como ellos solos. Con la capacidad de observar y aprender de todas y cada una de las cosas que pasan frente a sus ojos. Aunque no logren entenderlas. Aunque resulten confusas. Saben apreciar muchas más acciones. Siguen su instinto, dejándose llevar. Si fallan en un obstáculo prueban otra vez, otra vez, otra vez y otra vez. Hasta que lo consiguen, sin rendirse. Saben apoyarse en los que están a su alrededor para avanzar, saben pedir ayuda. Aspiran a ser mejores, a ser como esas grandes personas que toman como ideales. Ríen, lloran, gritan y todo eso les sirve porque lo único que quieren es crecer. Y qué difícil es crecer si conforme crecemos nos hacemos más pequeños.